Metamorfosis

La vida es un proceso de transformación. La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. La muerte es un paso más en la sucesión de cambios interminables. Estas son las referencias en las que me lleva a pensar la instalación de Gilbert Herreyns en Sa Tanca Vella.

La intervención en la capilla ha sido deseada por el artista desde hace tiempo, meditada y concebida coincidiendo con un momento creativo alimentado por las sensaciones experimentadas en la enfermedad y en el proceso de recuperación.

La instalación nos facilita una visión de conjunto de la obra del artista, agrupando la pintura y la escultura, algo que él ya lleva tiempo realizando en sus exposiciones, pero que en esta ocasión las interrelaciona dotándolas de una nueva dimensión, la conceptual, otorgándole una mayor proyección a su trabajo.

El interior de la capilla se convierte en el soporte donde continuar con la búsqueda de la profundidad, del movimiento, de transmitir el contacto con la energía de la tierra a través de los materiales y las texturas. Aprovecha el espacio de meditación para continuar con sus mantras gráficos y en esta ocasión nos permite introducirnos dentro de su obra físicamente. Ya no nos quedamos delante de ella, observando con atención, hasta que conseguimos penetrar con la mirada a través de las múltiples capas de pigmento y arena. Entramos en Sa Tanca Vella y nos encontramos contagiados por la atmósfera que el artista ha generado.

Al igual que nos permite incorporarnos a la instalación, él realiza el mismo ejercicio. No invade el espacio, no lo ocupa, se integra en él. Consigue mantener y potenciar la cualidad del lugar de reunión, de encuentro y de meditación. Pero eso sí, introduce un elemento de tensión, la turbación que se apodera del ambiente en el interior de la capilla. Las gráciles arañas que en su día fueron ramas de sabina, las tejedoras de destinos, se dirigen sobre la tierra arcillosa hacia una nueva transformación. Inquieta que el solitario animal se agrupe para avanzar hacia la mutación, para continuar en un aparente estado de trance, pausadamente, con el proceso inevitable. Para abandonar este mundo y dirigirse a otro plano, al espiritual.

Entre la tierra y el cielo un horizonte de mar, el medio donde transcurre la espera entre el paso de la vida a la muerte. Un espacio para la agonía donde sumergirse, donde encontrarse a uno mismo y experimentar la paz y el bienestar antes de volverse a transformar.

Y se produce la transformación, las cruces animadas en forma de aspa se convierten en cruces latinas, en el antiguo símbolo que aúna los conceptos de lo terrenal y lo divino. Y ascienden hacía la bóveda de la capilla, adquiriendo un carácter etéreo, continuando el infinito curso del cambio.

Gilbert, desde Espai_F te queremos transmitir nuestro agradecimiento por haber aceptado nuestra propuesta de colaboración, por el apoyo que nos brindas y por contar con tu amistad.

Manolo Oya, Espai_F

La Mola, mayo de 2018.